August 1, 2022 | Español

Un Mensaje del Obispo Medley | Agosto de 2022

Obispo William F. Medley

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Todos los años, la mayoría de nosotros conocemos a uno o a varios estudiantes que se gradúan de la universidad, la escuela preparatoria o la escuela secundaria. Incluso podríamos observar una graduación de kindergarten. Es un honor para mí asistir a cuatro graduaciones cada año, en la Universidad de Brescia, la Escuela Preparatoria Trinidad en Whitesville, la Escuela Preparatoria Santa María en Paducah y la Escuela Preparatoria Católica de Owensboro.

Durante el año escolar visito todas las escuelas católicas para celebrar la Misa con los estudiantes y la comunidad. En los grados de primaria, a menudo puedo pasar por salones individuales para visitas breves donde me lanzan preguntas profundas, así como “¿Cuántos años tenía usted cuando supo que quería ser obispo?” Esa es una pregunta fácil de responder: “Tenía 57 años cuando el Papa Benedicto me mandó decir que iba a ser obispo”.

Pero las preguntas y respuestas con los alumnos no se limitan a los más pequeñitos.  En mi segundo año como obispo en el 2011, decidí hacer un experimento con lo que llamo “Conversaciones con los seniors”. Visité las clases de último año (“los seniors“) de nuestras tres escuelas preparatorias católicas sabiendo que para la mayoría de ellos la estructura que han conocido desde el kindergarten daría paso a la universidad o a la fuerza laboral. Les recordé que en el futuro nadie los pondría en fila para ir a la Misa cada semana, probablemente nadie les daría tiempo de clase para ir a confesarse, y que sus clases futuras, probablemente no comenzarían o terminarían con una oración. Mi experimento fue exitoso y a excepción de los años con restricciones por la pandemia he disfrutado de estas visitas anualmente.

En mis conversaciones con los seniors, también les digo que esta será probablemente su última visita obligatoria con un obispo. Estoy interesado en sus pensamientos y preguntas al momento en que ellos hacen una de las transiciones más grandes de la vida. Las reglas básicas son simples: pueden preguntarme cualquier cosa siempre y cuando que la pregunta sea respetuosa; pueden también expresar puntos de vista distintos a las enseñanzas de la Iglesia siempre y cuando también escuchen respetuosamente mi respuesta.

En ocasiones, si alguna de esas clases tarda en comenzar, yo planteo un par de preguntas iniciales. ¿Qué es lo que más les hace sentir orgullosos de su identidad como católico, lo que les consuela más? Por el contrario, ¿qué es lo que tiene la Iglesia o sus enseñanzas que los detiene, o que les cuesta aceptar o comprender?

A la primera pregunta escucho que los jóvenes valoran el sentido de comunidad y pertenencia que ofrece la Iglesia. Algunos comentan que sus familias siempre han sido católicas desde generaciones de antaño. Escucho de ellos que sienten como un consuelo que se encuentra en la vida sacramental de la Iglesia.  Se valora la experiencia de la Iglesia como voz de la justicia, muy especialmente la defensa de la Iglesia de toda vida humana como sagrada, especialmente la vida en el útero. Los retiros y los días de reflexión que las escuelas han brindado son memorables, al igual que las experiencias de los campamentos de verano en el Campamento Juvenil Católico del Río Gasper.

Los desencantos dentro de la Iglesia católica no son tan diferentes a los expresados por demás católicos en general. Vuelvo a escuchar de la profunda herida y escándalo que ha vivido la Iglesia por la tragedia de los abusos sexuales en parroquias y escuelas. Doy la bienvenida a la oportunidad de reconocer nuevamente el terrible fracaso de la Iglesia en este sentido, pero señalo también, las grandes reformas que hemos implementado para garantizar que los niños y adolescentes estén seguros. Afirmo mi creencia de que hoy no hay un lugar más seguro para niños y adolescentes que una iglesia o institución católica. Sin embargo, admitimos que el pecado no termina y habrá fracasos en el futuro.

Como reflejo de su generación, algunos están confundidos por la enseñanza de la Iglesia sobre las cuestiones LGBT+. Francamente, en su mayor parte, esta generación ha “seguido adelante” con esta pregunta y no puede comprender la vacilación de la Iglesia para hacer lo mismo. Aunque me esfuerzo por articular el fundamento de la enseñanza de la Iglesia, la cultura ha redefinido las preguntas. Ahora bien, ciertamente no hay unanimidad en estas preguntas y, a veces, detecto algunos resentimientos dentro de las clases de estudiantes. Insisto en que ninguno de nosotros tiene todas las respuestas y nuestro diálogo debe proceder siempre con caridad y compasión. Podemos aceptar las diferencias sin condenas.

A veces hablamos sobre la anticoncepción artificial y la fertilización in vitro. Algunos estudiantes están bien informados de que estas preguntas todavía se debaten entre los científicos y teólogos católicos.

A menudo se presenta el lugar de la mujer en la Iglesia. En el último medio siglo, las mujeres de nuestra sociedad han logrado avances tremendos y las mujeres jóvenes en particular cuestionan la exclusión de las mujeres del ministerio ordenado. En su mayoría, las mujeres jóvenes que cuestionan la práctica de la Iglesia son tolerantes, pero muchas están impacientes por ver signos de algún cambio.

Cuando he tenido estas conversaciones con los seniors cada año, me pasa que tengo el deseo de poder reunir a esos mismos grupos un año, cinco años o 10 años después. Seguramente sería interesante escuchar las mismas voces cuando hayan crecido aún más en sabiduría y gracia.

Sinceramente en Cristo,

Obispo William F. Medley
Diócesis de Owensboro


Originalmente publicado en la edición de agosto de 2022 del Católico de Kentucky Occidental. 

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Editor |  Elizabeth Wong Barnstead
Contributors |  Riley Greif, Rachel Hall
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