Tratemos unos a otros con respeto
Hace solo unas semanas pensé que era acertado asumir que ya habíamos pasado por lo peor de la pandemia del COVID-19 en los Estados Unidos. Las tasas de infección y las hospitalizaciones habían estado disminuyendo durante meses y la población se estaba vacunando en buenas cantidades, si no es que ideales. Por supuesto, en el panorama más amplio, sabíamos que el virus todavía continuaba incontenible en partes del mundo donde las vacunas seguían siendo escasas.
Luego comenzamos a escuchar con una frecuencia cada vez mayor sobre variantes que parecen propagarse más fácilmente que el virus inicial, y que en sí mismo era altamente contagioso.
Y ahora aquí estamos en septiembre, 18 meses después de que nuestras vidas y nuestra sociedad se vieran volcadas de una manera que nunca hubiéramos imaginado, y ahora pareciera que pudiéramos sentir que estamos de vuelta donde comenzamos. La buena noticia es que en todo el país más del 50% de la población de EE. UU. ha sido vacunada y, aunque eso no ofrece garantía de inmunidad total, parece que los vacunados, si se infectan, están experimentando síntomas mucho más leves. La mala noticia es que casi el 50% de la población no se ha vacunado y que la nueva variante Delta es mucho más contagiosa de lo que se pensaba anteriormente, por lo que las tasas de infección y las hospitalizaciones se están disparando nuevamente.
Como suelo decir con temas sensibles al tiempo, les advierto que es muy posible que cuando lean este artículo alrededor del primero de septiembre, el panorama completo podría estar distinto, mucho mejor o mucho peor.
Las escuelas están reabriendo en persona en todo el estado de Kentucky. Nuestras escuelas católicas el año pasado tuvieron clases presenciales la mayor parte del año. Algunos distritos públicos están regresando a los salones de clase por primera vez en 18 meses. Nunca pensé que estaría en la posición de volver a hablar sobre la necesidad de usar mascarillas en los salones de clase. Pero aquí estamos.
Créanme, entiendo cómo esto molesta a algunos padres. Permítanme decirles nuevamente que nuestro objetivo es tener un aprendizaje en persona y garantizar la seguridad de los niños, los maestros y el personal. Lo logramos de manera muy eficaz el año pasado y podemos hacerlo nuevamente.
Hemos implementado nuevamente algunas restricciones de precaución con respecto a nuestro culto. Dudo en articularlos aquí porque es muy probable que se adapten con frecuencia.
Es desalentador ver reacciones que provocan tal hostilidad en todo el país hacia nuevas restricciones. Como Iglesia, espero que podamos encontrar una manera de ser modelos del discurso respetuoso y el desacuerdo que evite gritar y cuestionar los motivos de otras personas.
Ya he hecho eco de lo que muchos otros han dicho sobre cómo debemos actuar en estos asuntos con una abundancia de precaución. A eso lo he animado a que actuemos aún más con abundancia de caridad. Cuando llegue el día en que la pesadilla de la pandemia haya terminado en todo el mundo, es posible que veamos que nuestras precauciones fueron excesivas en algunos asuntos. Pero es inimaginable que alguna vez digamos que nuestra caridad fue excesiva.
Tratémonos unos a otros con respeto. Sobre todo, por favor traten con respeto a los que tienen la carga de tomar decisiones sobre la pandemia. Aunque no estoy de acuerdo con todas las decisiones o restricciones de las que escucho, por lo que observo, los líderes se esfuerzan por servir al bien común. Merecen nuestra gratitud incluso si al mismo tiempo les cuestionamos de forma respetuosa.
En nuestras vidas hemos visto al mundo soportar guerras colosales, hambrunas, desastres naturales de inmensa escala, terrorismo y muchas otras abominaciones; sin embargo, en todo eso, escuchamos las palabras de Jesús asegurándonos de su promesa de estar con nosotros y de que no debemos tener miedo.
Obispo William F. Medley
Diócesis de Owensboro
Originalmente publicado en la edición de septiembre de 2021 del Católico de Kentucky Occidental.